23 de julio de 2007
La retirada de los quioscos de la revista “El Jueves” de la semana pasada ha abierto varios frentes de opinión en los medios periodísticos que chocan frontalmente, y ha creado un tema de discusión que repercute en la sociedad.
El debate se centra sobre la libertad de expresión que tiene cada ciudadano y, en este caso, un medio de comunicación como es la revista en cuestión. Uno de los argumentos que se utilizan a favor de esta retirada esel incumplimiento de un artículo de la Constitución que defiende la integridad de la monarquía española. España, que era un país “igualitario”, donde reinaba la libertad de expresión (bien usada por el tomate), ha sucumbido ante una caricatura a la corona. Parece ser que los demás ciudadanos caricaturizados no son “dignos” de tal ayuda judicial, porque como bien saben ellos, no tienen la sangre azul. Cuestión de colores al fin y al cabo. El propósito que buscaban al ‘secuestrar’ la revista era que la caricatura no se difundiera en un alto grado. Este propósito ha sido truncado porque hasta en ebay se encuentran estos ejemplares requisados. Acordándose de Internet, se decidió desconectar la web de “El Jueves”, ya que fue por este medio por el cual la noticia avanzó más rápidamente y donde las diversas opiniones se encuentran fácilmente. Desde el Gobierno se defiende la decisión tomada y se protege la figura de la monarquía. Con esto se observa que el estado tan igualitario de España es pura ficción, y que el conservadurismo es el tópico predominante de cada decisión. El temor a la pérdida de las elecciones por no tener el respaldo de todos los monárquicos, hace que nuestra izquierda tienda a la derecha. Un doble moral que se viene notando desde los tiempos de la transición y que nos hace pensar en lo avanzados que creíamos ser, haciéndonos ver que aún queda mucho tiempo para que España posea una democracia que trate por igual a todos los ciudadanos. Poniendo punto y final a este asunto, me parece totalmente incoherente que un socialismo ampare una monarquía que se hace llamar parlamentaria, pero aclaro que no estoy en contra de ningún partido, pues creo que quien hace los partidos políticos es la sociedad, y no alguien que se pone delante de miles de personas exponiendo sus propósitos.
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